En el mundo de la gestión de proyectos y la optimización de procesos, existe la creencia generalizada de que tener unas metodologias ágiles con nombre como Agile, Six Sigma o Scrum es el billete de oro hacia el éxito.

Pero, ¿qué pasaría si dijeramos que estos procesos nombrados, si bien son efectivos por derecho propio, a veces podrían obstaculizar en lugar de ayudar a su organización?

¿Qué pasaría si dijeramos que el mero acto de nombrar un proceso puede encasillarlo inadvertidamente en un marco rígido, sofocando la adaptabilidad y la innovación?

Como Agile Coaches siempre intentamos desafiar el status quo y exploramos por qué tener una metodología con nombre no siempre es el mejor enfoque para fomentar la flexibilidad y adaptarse al cambio.

La ilusión de la rigidez y el control

Cuando a un proceso o metodología se le da un nombre, a menudo viene con un conjunto de reglas, pautas y mejores prácticas predefinidas.

Si bien los principios ágiles promueven la flexibilidad y el desarrollo iterativo e incremental, muchas organizaciones caen en la trampa de adherirse rígidamente a marcos ágiles como Scrum o Kanban de manera mecánica.

De repente, lo que debía ser un enfoque fluido y adaptativo se convierte en una rígida lista de control de rituales y ceremonias.

Miedo a la desviación

Las metodologías nombradas pueden generar miedo a la desviación.

Si no estás siguiendo estrictamente cada paso descrito en el manual de la metodología, ¿realmente lo estás haciendo bien?

Este miedo puede paralizar a los equipos, disuadiéndolos de experimentar con enfoques alternativos o adaptar el proceso para satisfacer sus necesidades únicas.

Como resultado, la innovación pasa a un segundo plano frente a la conformidad y los equipos se vuelven resistentes al cambio.

Una talla no sirve para todos

No hay dos organizaciones exactamente iguales, pero las metodologias ágiles con nombres suelen ofrecer por definición una solución única para todos.

Lo que funciona para un equipo, iniciativa o proyecto puede no funcionar para otro; sin embargo, la presión para ajustarse a una metodología predefinida puede conducir a resultados subóptimos.

La verdadera flexibilidad significa adaptar su enfoque para que se ajuste a los requisitos y limitaciones específicos de cada situación, en lugar de intentar meter una clavija cuadrada en un agujero redondo.

Adoptando la flexibilidad

Entonces, ¿cuál es la alternativa? En lugar de adherirse ciegamente a metodologías determinadas, las organizaciones deberían centrarse en cultivar una cultura de flexibilidad y adaptabilidad.

Esto significa:

Principios sobre prácticas: en lugar de fijarse en prácticas específicas dictadas por una metodología, nos vamos a centrar en los principios subyacentes. Vamos a comprender los valores y objetivos fundamentales que impulsan la metodología y adapte su enfoque en consecuencia.Mejora Continua: Trataremos los procesos como documentos vivos que evolucionan con el tiempo. Fomentaremos la retroalimentación, la experimentación y la reflexión, y estaremos dispuestos a adaptarnos e iteraremos en función de lo que funcione mejor para nuestro equipo y nuestro proyecto.Personalización: No tengas miedo de mezclar y combinar elementos de diferentes metodologías o crear tu propio enfoque híbrido. Cada proyecto es único y su proceso debe reflejarlo.Empoderamiento: Capacita a tus equipos para que tomen decisiones y se apropien del proceso. Sobretodo confia en que tienen el conocimiento y la experiencia para adaptarse e innovar según sea necesario.

Conclusión

Las metodologias ágiles nombradas pueden ser herramientas valiosas para guiar y estructurar su enfoque hacia la gestión de proyectos y la mejora de procesos.

Sin embargo, nunca deben ser tratados como doctrinas rígidas e inflexibles.

La verdadera agilidad y flexibilidad provienen de aceptar el cambio, adaptarse a nuevas circunstancias y buscar continuamente mejores formas de trabajar.

Por lo tanto, la próxima vez que se sienta tentado a seguir ciegamente una metodología determinada, recuerde que la flexibilidad y la agilidad son más importantes que la etiqueta adjunta a su proceso.

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